En el presente artículo, la autora destaca la importancia de fomentar el desarrollo de habilidades y competencias directivas en los directores de entidades estatales, sosteniendo que ello generaría valor público en beneficio de toda la sociedad, lo que, consecuentemente, se reflejaría en el mejor desempeño económico y en la reducción de la pobreza del país.
La primera condición de un directivo público es ser y no parecer. Si nos preguntamos por el significado formal, la normativa peruana a cargo de la Autoridad Nacional del Servicio Civil (Servir), ente rector en materia de los servidores públicos, define los alcances del responsable de tomar decisiones en el servicio público. Pero, el completo significado de ser directivo público no está en la norma, sino en la vocación de servicio que se albergue en el corazón de cada servidor del Estado.
Habilidades y competencias: importancia
Tener la responsabilidad de dirigir organismos del Estado no es solo quedarse enmarcados en lo que la norma prevé. Implica, en realidad, que el directivo desarrolle competencias personales y exhiba en su trabajo diario habilidades de liderazgo, idoneidad y eficacia, a fin de lograr el resultado esperado: generar y desarrollar valor público a favor de toda la sociedad.
Servir desarrolló su concepto metodológico sobre el directivo público en base a la fórmula presentada en el año 2016 por la Guía Referencial Iberoamericana de Competencias Laborales en el Sector Público del Centro Latinoamericano de Administración para el Desarrollo (CLAD).[1] A través de esta Guía, el CLAD buscó homogeneizar el concepto de las competencias que todo directivo público debe tener, diseñando además un concepto propio de competencia.[2]
El concepto planteado por el CLAD tiene como finalidad crear valor público, lo que constituye una diferencia sustancial respecto a la gestión en el sector privado: el valor público entendido como el valor que los ciudadanos dan a los bienes y servicios recibidos por parte del Estado si estos satisfacen una necesidad sentida con calidad y oportunidad, constituyéndose en sí mismo un mecanismo potente para el logro del desarrollo sostenible.[3]
Las competencias requeridas no bastan para dirigir en el sector público. También se requiere contar con habilidades directivas necesarias para el desarrollo de estas. Como bien se señala en el portal web de Servir,[4] los recursos humanos han crecido en número en nuestro país; sin embargo, aún nos falta profesionalizarnos. Mejorar la provisión de servicios tiene un impacto directo en la economía de nuestro país y en la reducción de la pobreza.
Una de las grandes preocupaciones de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) era determinar qué tipo de competencias y habilidades directivas deben tener los directivos públicos de los países que deseen adherirse. El Perú se encuentra actualmente en proceso de adhesión a la OCDE, y dichas recomendaciones también han sido recogidas por Servir.
La implementación de estas competencias es un largo desafío que debe comenzar a fortalecer las competencias directivas y su evaluación. Ello permitirá contar con directivos públicos que generen y acompañen el desarrollo del país. Así, el reto no es solo contar con las competencias que están reguladas, sino demostrarlas en el ejercicio del cargo, generando así valor público. Y ello no solo depende de Servir, sino también de los propios directivos públicos que conformamos la administración pública, mediante la vocación de servicio, que debería ser la primera habilidad blanda a considerarse para trabajar en el Estado.
Las habilidades y competencias, como concepto, funcionan tanto en el ámbito privado y público. Las teorías que explican el talento humano y su cuidado trascienden todos los ámbitos. El liderazgo y el factor humano son fundamentales en la constitución y el funcionamiento de las organizaciones, siendo ellos los que generan calidad en los procesos y servicios que se brindan. No es tarde para hacer de esta preocupación una política pública. Como siempre, las personas siempre son y serán lo más importante. Y si a esto le agregamos los temas de género, equidad e inclusión, la brecha aún nos queda grande. Es todo un reto, pero debemos asumir el compromiso para encaminarnos a ello.
[1] Centro Latinoamericano de Administración para el Desarrollo.
[2] Desempeño observable en el propio puesto y equipo de trabajo intencionalmente orientado a alcanzar las metas esperadas en términos de valor público, situado en el contexto de la organización real.
[3] www.cepal.org
[4] Servir, información del año 2020.
Carmen Beltrán.
Gerente General COFOPRI y Asociada de WomenCeo Perú.