El 5 de Setiembre se celebra una fecha especial, dedicada a las mujeres en el mundo que se auto reconocen como integrantes de pueblos indígenas.
Se estima que existen 370 millones de indígenas en más de 90 países (Banco Mundial,2020) y si bien equivale al 5 % de la población mundial, los pueblos indígenas representan alrededor del 15 % de las personas que viven en extrema pobreza.
En el Perú contamos con 55 pueblos indígenas, 48 lenguas originarias (4 andinas, 44 amazónicas) y somos el 4to país con mayor diversidad lingüística en América Latina[1]. En el Censo Poblacional del 2017 (INEI), un 25.8% (5’984,708) de peruanos se auto reconocieron integrantes de pueblos indígenas; y en el caso de las mujeres, ellas representan el 23% del total de mujeres peruanas. Cabe destacar que el 51.9% señalaron tener como lengua materna, una de origen étnico.
Tengo un profundo respeto y admiración por las mujeres indígenas. Gracias a la actividad petrolera durante mi vida profesional, he podido conocer a múltiples mujeres –fundamentalmente de Amazonía- que me han transmitido su amor y respeto por la naturaleza y su estructura social, donde la cadena de mando se mantiene, así como su entrega –altamente sacrificada, por cierto- por el bienestar de su comunidad. Porque si hay un factor que destaca en los pueblos indígenas u originarios, es el interés colectivo. Y ello resulta extraordinario en tiempos como los actuales. Son reales expertos en la supervivencia en contextos que nosotros (los citadinos) probablemente nos sería muy difícil de afrontar.
Las mujeres indígenas enfrentas grandes retos. Principalmente el hecho que en algunas culturas en las que conviven les asignan un rol tremendamente subsidiario. No las dejan expresar sus opiniones, las relegan a un quehacer reproductivo y utilitario, a pesar que la realidad muestra que son más que determinantes para la continuidad de la comunidad. Y no digo “continuidad y sostenimiento” porque los hombres se reservan el hecho de la generación de recursos de subsistencia (caza, pesca, venta de productos y demás). Lo cierto es que son naturales guardianas de la naturaleza y si bien esta es una frase muy conocida, es real. En ellas radica la manutención y el orden de la familia, custodian sus recursos naturales a la mano con sumo cuidado porque de ella radica su subsistencia y enseñan a sus hijos ese valioso conocimiento ancestral que abarca desde la utilización de las plantas medicinales para fines de salud, hasta la lengua materna y costumbres propias.
Si desde el ámbito de una organización de mujeres, no podemos dejar pasar las brechas entre mujeres y hombres aun existentes en el país que abarcan empleo, salario, emprendedurismo de largo aliento, participación en espacios de toma de decisión, entre otros; en el caso de la mujer indígena, estos indicadores se agravan. En ellas debería impulsarse la capa más intensa de protección social, porque desde el acceso a la educación, la vida y salud reproductiva, la violencia de género y las peores formas de trabajo forzoso, las mujeres indígenas son víctimas diarias de un sistema cuya cultura las puede exponer a una vida silente y de limitado ejercicio de los derechos de la mujer consagrados en tantos instrumentos internacionales reconocidos por el Perú. La pobreza extrema, tiene su mayor evidencia en las zonas rurales y en el caso de las poblaciones indígenas y en la mujer indígena en particular, su máxima expresión.
[1] “Como somos? Diversidad Cultural y Lingüística en el Perú. Ministerio de Cultura, 2019
Pero como no podía ser de otra manera, hay lideresas extraordinarias, que marcan el cambio y que llevan a cabo incluso emprendimientos empresariales con notable éxito. Hace algunos años participé en la inauguración de la Cámara de Comercio de los Pueblos Indígenas, una noble iniciativa impulsada por un emprendedor y líder solvente como es Shuar Velásquez, de origen awahum. El daba a conocer esta iniciativa que con el correr de los años (más de 4 años, me parece) ha venido incorporando nuevos emprendimientos y empresas.
Tal es el caso de Erika Caro Katashunga, lideresa emprendedora, Gerente de la Cooperativa Esperanza del Bosque – en Loreto, cuya comunidad se encuentra a 7 horas de Iquitos y que trabaja tejidos en base a la fibra de la palma chambira, la gran palmera con hojas grandes espinosas y tallos muy altos que se encuentra en la selva amazónica. Realizan cestas, bolsos, sombreros y objetos decorativos de exportación principalmente a los Estados Unidos. Su trabajo es colaborativo y muchas familias tienen en este emprendimiento su sostenimiento económico, a quienes Erika les proporciona mediante alianzas, capacitaciones para optimizar su productividad. Llamely Tejedo, por otro lado, es artesana de madera de Iquitos, quien exporta más de 400 piezas de artesanía a los Estados Unidos y Europa, quien utiliza maderas exóticas (Llama Rosada, Sacha Cumaceba, Palo Sangre o Palo Violeta) que gracias a su emprendimiento hoy tienen muy buena cotización en mercados internacionales. En adición a su trabajo, ayuda a las comunidades a certificar sus bosques y a utilizarlos de manera sustentable.
Otro caso destacable es del Sara Hurtado, dirigente de la asociación de castañeros de Madre de Dios que agrupa a 36 personas entre ellas 10 mujeres. Es productora de castaña en una concesión de más de 1 200 hectáreas con 500 castaños cuya labor contribuye al sostenimiento de muchas familias de la zona, atendidas principalmente por mujeres.
Finalmente, quiero destacar la trayectoria de mujeres de carácter, lideresas de organizaciones locales y nacionales que tanto han contribuido al fortalecer los derechos de las mujeres. Tal es el caso de Luzmila Chiricente, líder asháninca a quien conocí hace muchos años atrás y quien tengo una estima especial. Ella preside la Federación Regional de Mujeres Ashánincas, Nomatsiguengas y Kakintes (FREMANK) de la Selva Central. Tras asumir un rol destacado en la defensa de su pueblo (“para defender el territorio, porque si nos íbamos nos lo quitaban”) y la lucha contra el terrorismo, Luzmila participo en la Comisión de la Verdad y Reconciliación dando información sobre aquellos tiempos oscuros que vivieron miles de peruanos en zonas rurales; finalmente (porque podríamos hablar de muchas pero tenemos que limitarnos a un artículo con un número de caracteres), destaco a Lidia Rengifo, lideresa indígena del Pueblo Yánesha con más de 20 años de experiencia, quien ha sido Presidenta de la Asociación Regional de Pueblos Indígenas de la Selva Central-ARPI,SC y Secretaria Nacional de la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana-AIDESEP, la organización nacional más importante que representa los pueblos indígenas en el Perú, quien ejerce en la actualidad como vice Presidenta de la Cámara de Comercio de los Pueblos Indígenas del Perú.
Ejemplos de mujeres admirables que lideran a pesar de los obstáculos estructurales y que bien define Lidia: “No podemos hablar de un país equitativo, democrático, con inclusión si es que hay un sector que todavía no es tomado en cuenta ni valorado. Reconocer el poder de la mujer por sus diversas habilidades o conocimientos en sus propios espacios…mujer(es) completas con energía y valor”.
Cecilia M. Flores C
Presidenta de WomenCeo Perú.