En los últimos tiempos, la sostenibilidad se ha convertido en un tema recurrente. Empresas y personas buscan alinearse con ella, idealmente con un verdadero deseo de cambio. Algunos la comprenden en toda su dimensión, entendiendo que implica tomar decisiones con respeto y evaluar su impacto en el mundo. Otros, a medias. Y otros, simplemente, la usan como estrategia de marketing.
Es cierto que las empresas buscan aplicarla de manera transversal, y eso es positivo. Pero hay una pregunta que debemos plantearnos: ¿la entendemos y aplicamos en nuestro día a día, a nivel individual?
Sabemos que ser 100% sostenibles es imposible, porque el mundo mismo no lo es. Pero, al final, ¿no son las empresas el reflejo de quienes las construyen, de nuestras intenciones y convicciones?
Cada Elección Cuenta
La sostenibilidad debería pasar primero por un cuestionamiento personal. Desde una compra cotidiana hasta la ejecución de un gran proyecto, cada decisión tiene consecuencias.
Hace poco escuché una frase impactante de una sobreviviente de trata de personas:
«La gente cada vez quiere pagar menos por lo que consume. Lo que no sabe es que lo que uno deja de pagar, lo paga otro ser humano de una manera muy cruel.»
El consumismo y la explotación laboral van de la mano. Nos hemos acostumbrado a precios irrisorios sin preguntarnos: ¿cuánto gana la persona que fabricó esto? Y no solo ocurre en productos baratos: las grandes marcas de lujo también tienen problemas ocultos en sus cadenas de producción.
En el caso de la moda, por ejemplo, podríamos optar por repetir atuendos, valorar el trabajo de costureras locales sin regatear, elegir telas de calidad con larga vida útil, en lugar de fomentar la industria del fast fashion, que genera explotación laboral y toneladas de desechos.
Lo mismo sucede con la tecnología: ¿realmente necesitamos cambiar de celular cada año solo porque hay un nuevo modelo?
El Oro y la Joyería: Un Caso Cercano
En mi rubro, la joyería, la realidad es similar. Pocos saben que el oro extraído ilegalmente termina en refinerías que luego abastecen a la industria joyera global, incluyendo marcas de renombre.
En el Perú, las cifras de exportación de oro ilegal superan al narcotráfico. Nuestro país representa el 44% de la extracción del oro ilegal de la región. Y ese oro podría regresar al país convertido en joyas importadas. Por eso, es fundamental asegurarse de la procedencia del oro con el que trabajan los proveedores.
Este es mi compromiso personal y profesional: seguir promoviendo un consumo respetuoso y consciente. No seré perfecta, pero pondré toda mi intención.
¿Y tú, te animas?
Te dejo algunos recursos para reflexionar:
🔗 Artículo sobre la industria textil – PUCP: https://bit.ly/3XA7JZr
🎬 Compra Ahora (Netflix)
🎬 Río de Oro (Documental)
Empecemos con nuestras elecciones, nuestro trato y nuestros valores. El cambio comienza con cada uno de nosotros.
Valery Lisboa
Asociada de WomenCEO Perú.